*Por Melisa Di Marco, Lic. en Publicidad especialista en género y derechos humanos – Marketing & Publicidad en Provincia ART.
¿De quiénes hablamos? ¿Qué lugares ocupan y cómo se cubren sus necesidades en el mercado del trabajo? La respuesta primero requiere clarificar que las mujeres trabajadoras lo son tanto en sus ámbitos laborales como dentro de sus hogares. Remunerados o no, sus trabajos deben garantizar su libertad para que puedan participar de manera plena y gozando de real igualdad de oportunidades y formación.
El 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras en homenaje a las involucradas en la historia internacional por defender sus derechos, fecha en la que, además, recordamos la imperiosa necesidad de exigir inclusión, igualdad, justicia y el reclamo por el efectivo acceso a la equidad en entornos laborales.
Entonces, podríamos especular que la lucha por disminuir la brecha de género es un buen comienzo para iniciar este camino. Ahora bien, la cuestión binaria hombre-mujer que no representa a quienes escapan de esta lógica y son igualmente afectadas por el machismo en el trabajo, no deja de ser un factor para repensar las dinámicas del trabajo. ¿Por qué?
Pues bien, históricamente la construcción hegemónica del discurso en los medios de comunicación y el doble discurso en el día de “la mujer” han dejado en evidencia que no hay una única mujer ni forma de serlo, porque las hay cisgénero, travestis, transexuales, lesbianas, bisexuales, sobrevivientes de violencia de género, activistas, sindicalistas, discapacitadas, cuidadoras, indígenas, migrantes, profesionales y analfabetas, entre tantas otras. Todas son parte de esta efeméride y no pensar en ellas representa una falta en la conmemoración de este día.
En este sentido, cobran fundamental participación la agenda feminista y la mirada interseccional como punto de partida. Por ejemplo, El 7M, Día de la Visibilidad Lésbica, funciona de antesala para conversar sobre la discriminación hacia las disidencias sexuales y recuerda a la sociedad que las mujeres pueden ser doblemente perjudicadas por el machismo no solo por su identidad de género sino también por su deseo. Ni hablar si además están insertas en la pobreza, alejadas del mercado laboral, sufren violencia o tantos otros contextos que humillan y degradan su identidad.
Gracias a los movimientos feministas de las últimas décadas y sus evidentes avances en Argentina, en la actualidad se observan con mayor detenimiento y perspectiva conductas que durante mucho tiempo fueron naturalizadas: esto puede ir desde el uso del lenguaje, las dinámicas del ámbito privado del hogar y el rol de los distintos géneros en la vida pública.
Sin embargo, aún existen desafíos que impiden a las mujeres alcanzar su pleno potencial y desarrollo, pero lejos de representar un obstáculo, debe ser el motor de iniciativas que amplíen la calidad de vida de las mujeres trabajadoras.
A continuación, enumeramos una serie de iniciativas que pretenden generar impacto real en las vidas de las mujeres que trabajan:
- Planificar un calendario de efemérides feministas para: compartir y difundir información relevante para la prevención, eliminación y tratamiento de violencia de género.
- Ofrecer capacitaciones para quienes ocupan tareas feminizadas, para garantizar la posibilidad del desarrollo profesional dentro de la compañía y no sesgar las oportunidades por motivos de género.
- Abrir espacios de interacción, reflexión y escucha sobre, por ejemplo, temáticas asociadas a la diversidad sexual, la coyuntura feminista, mapaternidades y tareas de corresponsabilidad familiar.
- Definir un protocolo que cuide a las víctimas de violencia de género o situaciones de acoso en el trabajo, donde se tenga tolerancia cero con estas conductas, se brinde acompañamiento y se garantice el cuidado de sus puestos de trabajo.