*Por Paola Zabala, liquidadora en Provincia ART y Directora de Comunidad Anti Bullying Argentina.
Este término se acuño en 2010, para hacer referencia a la acción de los padres que consiste en publicar contenido sobre sus hijos a través de medios digitales. Proviene de la combinación de las palabras «sharing» compartir y «parenting» crianza.
Se trata de un fenómeno mundial y es una práctica habitual en redes sociales que conlleva a algunos riesgos. A citar algunos de los más importantes:
- Las fotografías se pueden descargar sin nuestro consentimiento y ser empleadas para otros propósitos.
- La geolocalización de nuestros niños, niñas y adolescentes a través de metadatos.
- Cuando compartimos una imagen siempre mostramos algo más de los que creemos. Una imagen puede contener información como el contexto donde fue tomada.
- Ciberbullying: al facilitar información de los chicos podemos exponerlos en forma involuntaria y perjudicar su imagen en su colegio y entorno social.
- Grooming: consiste en el acoso de un adulto hacia un menos a través de medios digitales con fines sexuales. Los pedófilos acuden a internet para buscar contenido y obtener datos de los chicos, lo que los coloca en una situación de vulnerabilidad.
Es comprensible que, motivados por el amor, el orgullo o la alegría queramos compartir el momento con otras personas. Pero este tipo de práctica requiere también una reflexión, más allá de que sea un fenómeno que haya proliferado, porque no está exenta de algunos peligros.
Antes del comienzo de la pandemia me encontraba dentro de un grupo de WhatsApp con numerosas personas que tomábamos clases de rollers a través de donde nos comunicábamos el lugar de encuentro, la suspensión de clases por mal tiempo, etc. que más tarde fue virando en contenido social cuando comenzamos a compartir salidas fuera de las clases estipuladas. Cuando comenzó el año escolar algunas madres y padres del grupo compartían orgullosos imágenes de sus hijos en su primer día de clases sin ser conscientes de que el grupo de WhatsApp iba incrementándose en la medida que cada vez más alumnos formaban parte de la clase. Es decir, en determinado momento todas las personas que estábamos incluidas en ese grupo no nos conocíamos entre sí, pero nadie parecía reparar demasiado en esto al subir las fotos de los menores.
Hay otros dos conceptos que me gustaría introducir en este artículo:
- Identidad digital: no sólo tenemos una personalidad en la vida real, también a través de los datos e información publicados acerca de nosotros en internet proyectamos una “identidad digital”
- huella digital: son los datos que generamos a través de nuestra interacción en las redes. Con cada like, búsqueda o publicación compartida dejamos una huella.
Estudios revelan que el 81% de los bebés está en internet antes de cumplir los 6 meses. Es decir, mucho antes de conocer las redes sociales los chicos ya forman parte de ella. Y sabemos que aún así el “sharenting” es una práctica que no va a cesar.
Sin embargo, existen formas de compartir este contenido de manera responsable:
- Cerciorarnos de que en las fotos los menores siempre aparezcan vestidos.
- Contar con su consentimiento a la hora de compartir imágenes de ellos.
- Al enviar imágenes a través de mensajería instantánea asegurarnos que esas personas sean de confianza y no compartirán ese contenido sin nuestro consentimiento. (efecto cadena)
- Tener en cuenta el criterio del otro progenitor acerca de las publicaciones.
- Cuidado acerca de las configuraciones de privacidad de las redes.
Recordemos que estar informados en el uso de la tecnología es la herramienta más importante a la hora de prevenir males mayores.
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