*Por Verónica Dominguez, Subgerente de Prevención, Provincia ART.
Hace más de una década que el listado de adicciones tiene nuevos componentes. Por un lado, tenemos las adicciones tradicionales: a las sustancias como el tabaco, alcohol o las drogas; o comportamientos compulsivos, como el comer, el sexo, los juegos de azar, etc. Por otro, a medida que la tecnología progresa y se masifican el acceso a Internet y a dispositivos inteligentes, las personas (tanto niños como adolescentes y adultos) corremos cada vez más riesgo de desarrollar una adicción o compulsión a estar conectados. De hecho, se ha acuñado una nueva sigla: F.O.M.O. (por su nombre en inglés: Fear Of Missing Out) que es el temor por perdernos algo, a no enterarnos algo inmediatamente, por no estar conectados (especialmente a las redes sociales).
Es habitual que percibamos estas conductas en niños y adolescentes, por ejemplo, cuando están viendo videos, jugando en línea, chateando con sus pares o consumiendo contenido de redes sociales. Desde afuera, los padres y otros adultos observamos cómo niños y jóvenes pasan largos períodos conectados, incluso sin ser conscientes del tiempo transcurrido. También está instalado socialmente que esta clase de conducta es nociva para las infancias en términos sociales y cognitivos. Recientemente, la experta Melina Masnatta publicó una interesante nota acerca del impacto negativo del consumo de redes (contenidos muy cortos y un algoritmo que se retroalimenta permanentemente y nos muestra cada vez más contenido de aquello que queremos ver) sobre nuestros procesos cognitivos, como la capacidad de atención y el aprendizaje. El uso constante de redes y su dinámica propia estarían generando efectos como la atención repartida y el pensamiento fragmentado; también debilitarían la capacidad de concentración, reflexión y capacidad crítica, entre otros.
Pero ¿qué pasa con los adultos? La adicción a la tecnología y a la conectividad también puede desarrollarse en personas adultas, y no necesariamente asociada a temas lúdicos o sociales, sino también a temas laborales. Desde el inicio de la pandemia, con los largos períodos de trabajo conectado desde el domicilio combinados con el aislamiento, la tendencia a extender la jornada laboral o a mantenernos permanentemente en contacto con los temas laborales se ha vuelto cada vez más frecuente. Leemos y respondemos mails fuera de horario, fines de semana, feriados o durante nuestras vacaciones. Consultamos permanentemente la red social corporativa o el feed de Linkedin. Todos, en tanto clientes, proveedores y colegas, tenemos expectativas (muchas veces irreales) de respuestas inmediatas y conexión permanente. Estas expectativas dan lugar a demandas que refuerzan la necesidad que sentimos de estar conectados: marcada ansiedad por la inmediatez de la respuesta.
Frente a este riesgo creciente, varias empresas han implementado iniciativas de desconexión digital (prácticas para evitar el envío de mails, la realización de llamadas o el login a los sistemas fuera de horario de trabajo) en línea con la legislación. Estas medidas son convenientes, pero no suficientes para promover el bienestar laboral en un contexto de cada vez más presencia de la tecnología en nuestras vidas. ¿Qué más podemos hacer?
- Acciones de concientización y capacitación en temas de hábitos de vida saludable, inteligencia emocional y gestión del estrés.
- Promover el equilibrio entre la vida laboral y personal, incentivando a las personas trabajadoras a tener una vida rica y diversa fuera del horario de trabajo.
- Generar espacios de relajación y pausa dentro de la jornada de trabajo (meditación, respiración, pausas activas).
- Acordar buenas prácticas en la comunicación organizacional (guías, protocolos y otros formatos), estableciendo canales específicos para las urgencias y despejando la agenda en el resto de los casos.
- Desarrollar a los líderes para que sean promotores de espacios de trabajo sanos, seguros y con más bienestar; estando atentos a la desconexión digital.
La tecnología es hoy una parte fundamental de nuestra vida y seguirá siéndolo en el futuro. El desafío en paralelo es recuperar la centralidad de lo humano en el ámbito laboral para cuidar y cuidarnos entre todos.
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Fuentes:
Martín Nizama Valladolid. Adicción a la Conectividad (Primera Parte). Acta Herediana Vol. 57, octubre 2015 – marzo 2016
Melina Masnatta. Cómo TikTok y el contenido breve están impactando en nuestra capacidad de aprender. La Nación. https://www.lanacion.com.ar/tecnologia/como-tiktok-y-el-contenido-breve-estan-impactando-en-nuestra-capacidad-de-aprender-nid12072022/
Daniel Colombo. Empresas y Adicción a la Tecnología. https://www.danielcolombo.com/empresas-y-adiccion-tecnologica-como-ser-mas-sanos-y-productivos-por-daniel-colombo/