En poco tiempo inicia la primavera, los días se alargan, la naturaleza florece, y las temperaturas se suavizan. Sin embargo, junto a esta renovación estacional, también aparecen ciertos factores que pueden afectar nuestra salud. A continuación, analizamos las principales afecciones de la temporada primaveral y cómo podemos mitigarlas.
Alergias estacionales: El gran desafío primaveral
Uno de los mayores retos para muchas personas durante la primavera son las alergias estacionales. El aumento del polen en el ambiente es un desencadenante común de reacciones alérgicas. Estas pueden provocar síntomas como estornudos, congestión nasal, picazón en los ojos y lagrimeo. Las personas con alergias previas o sensibilidad al polen son especialmente vulnerables en esta época.
Para prevenir o reducir los efectos de las alergias, se recomienda mantener las ventanas cerradas durante los picos de polinización, lavar la ropa tras pasar tiempo al aire libre y consultar con un médico para el uso de antihistamínicos.
El cansancio, una de las afecciones de la temporada primaveral
Aunque la primavera es sinónimo de vitalidad para muchos, algunas personas experimentan una sensación de fatiga conocida como astenia primaveral. Este estado de agotamiento se asocia con los cambios bruscos de temperatura, el aumento de horas de luz y las alteraciones en los ritmos circadianos. Si bien la astenia es transitoria, puede afectar el rendimiento diario.
Para combatirla, es clave mantener una dieta equilibrada, hacer ejercicio moderado y dormir las horas necesarias.
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La primavera, aunque trae consigo belleza y renovación, también puede afectar la salud en diferentes formas. Estar atentos a los síntomas y tomar medidas preventivas puede ayudarnos a disfrutar plenamente de esta estación.
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