La autocompasión y la autoexigencia son dos enfoques distintos que las personas adoptan en su vida profesional y laboral. Ambos tienen sus méritos y desafíos, y encontrar un equilibrio adecuado entre ellos puede ser crucial para el bienestar y el éxito profesional.
Para comenzar, repasemos lo básico de ambos conceptos:
La Autocompasión
La autocompasión implica tratarse a uno mismo con amabilidad y comprensión, especialmente en momentos de fracaso o dificultad. En el ámbito laboral, esto significa reconocer que los errores y contratiempos son parte del proceso de aprendizaje y desarrollo.
Además,
- fomenta la resiliencia emocional, permitiendo que los profesionales se recuperen más rápidamente de los contratiempos;
- reduce la autocrítica excesiva, que puede ser debilitante y reducir la motivación a largo plazo;
- y promueve una perspectiva saludable y equilibrada sobre los logros y áreas de mejora, lo que contribuye a un ambiente laboral más positivo y colaborativo.
La Autoexigencia
Por otro lado, la autoexigencia se refiere a la práctica de mantener altos estándares personales y profesionales. Las personas autoexigentes suelen ser altamente motivadas, orientadas al logro y dedicadas a alcanzar la excelencia en su trabajo. Este enfoque puede conducir a niveles significativos de éxito y reconocimiento profesional. Sin embargo, cuando la autoexigencia se vuelve excesiva, puede dar lugar a:
- Agotamiento
- Estrés
- Insatisfacción laboral
La presión constante para cumplir con expectativas elevadas, tanto internas como externas, puede ser insostenible y perjudicial para la salud mental y física.
La clave: buscar el equilibrio entre la autocompasión y la autoexigencia
En la vida profesional, es esencial encontrar un equilibrio entre la autocompasión y la autoexigencia. La autocompasión ayuda a prevenir el desgaste emocional, promoviendo un ambiente de trabajo en el que los empleados se sienten valorados y apoyados. Esto, a su vez, puede mejorar la productividad y la creatividad. La autoexigencia, cuando se maneja adecuadamente, asegura que las y los profesionales se mantengan motivados y comprometidos con sus objetivos, impulsando el crecimiento y el desarrollo continuo.
En conclusión, combinar la autocompasión con una autoexigencia saludable permite a los profesionales alcanzar sus metas sin sacrificar su bienestar personal.
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