*Por Daniela Olmos, médica – Medicina Laboral en Provincia ART
La voz es el vehículo de nuestros pensamientos, conocimientos y sentimientos; es el elemento de comunicación interpersonal más importante, la expresión de nuestro interior que transmite una imagen de quien habla y refleja lo que verdaderamente somos.
Es más difícil definir una voz normal que cualquier otro componente del habla o del lenguaje, debido a que, por naturaleza, la variedad de voces es ilimitada y los estándares que cumple una voz adecuada son amplios. El concepto de voz normal, con unos criterios objetivos y absolutos, no existe. Es difícil decir si una voz es normal, y más difícil todavía decir cómo debería ser una voz para considerarla normal en una persona determinada. Hay voces que en una persona podrían ser normales, pero que en otras nos llamarían la atención. Debemos ser conscientes de que, en el mundo actual, tan pendiente de la propia imagen, la voz es algo que por sí misma dice mucho de cada uno de nosotros.
Se considera que hay un trastorno de la voz cuando su timbre, tono, intensidad o flexibilidad difieren de los de las voces de las demás personas del mismo sexo, edad y grupo cultural. Asimismo, la alteración de la voz puede interpretarse como un signo de enfermedad, como un síntoma de ella o como un mero trastorno de la comunicación. Por lo tanto, definiremos a la disfonía como cualquier alteración que se produce en la emisión de la voz, estimándose que la voz es esencial para un tercio de los trabajadores a nivel mundial. En consecuencia, consideramos que ninguna disfonía es normal. Podría ser signo de una alteración orgánica o funcional que debe ser diagnosticada.
Los docentes en el ejercicio de sus labores se exponen a diversos factores de riesgo que desencadenan variados problemas de salud. Especial interés tienen los problemas vocales que son frecuentes en este grupo ocupacional: de hecho, la Organización Internacional del Trabajo reconoce a los docentes como la primera categoría profesional bajo riesgo de contraer enfermedades profesionales de la voz, que repercuten fuertemente en su desempeño laboral, en su participación en las actividades diarias, en la constitución del docente como trabajador y en el proceso enseñanza-aprendizaje, disminuyendo la calidad de vida del docente e incrementando costos en las instituciones educativas derivados de las incapacidades por ausencia laboral.
Los riesgos de patología vocal han sido relacionados principalmente con el esfuerzo vocal que requiere la tarea, con el uso de la voz en ambientes ruidosos, bajo estrés, o bajo circunstancias no favorables, con la mala ventilación y limpieza, la mala acústica de los salones que dificulta la comunicación del docente y genera incremento en su intensidad vocal, la alta demanda vocal de la profesión, el poco tiempo dedicado al cuidado y educación de la voz o la falta de conocimiento sobre el cuidado vocal.
Los objetivos sobre los que debemos trabajar a fin de disminuir la incidencia de disfonías son:
· Realizar detección precoz de disfonías mediante los exámenes periódicos a cargo de los empleadores autoasegurados y las aseguradoras (ART) y para esto, es fundamental contar con una historia clínica completa, de la cual se obtienen los factores de riesgo vocal como ocupación, enfermedades concomitantes, medicamentos, factores ambientales, tabaquismo, etc., pudiendo actuar sobre ellos para prevenir consecuencias futuras.
· Direccionar el tratamiento correspondiente ante la detección precoz o denuncia de enfermedad profesional. Según el listado de enfermedades profesionales (Decreto 658/96) contempla las disfonías que cumplen con los siguientes criterios: a) “Disfonía es aquella alteración en la emisión de la voz que se intensifica durante la jornada de trabajo y recurre parcial o totalmente durante periodos de reposo o vacaciones, sin compromiso anatómico de las cuerdas vocales.” b) “Disfonía persistente que no remite con el reposo y se acompaña de edema de cuerdas vocales”. c) Nódulos de cuerdas vocales.
· Orientar a los docentes en el marco de la Ley de Riesgos del Trabajo (Ley 24557), sabiendo cuáles son sus derechos (recibir elementos de protección personal adecuados a la tarea por ejemplo micrófonos cuando el ruido ambiental y/o exterior sea excesivo; recibir cursos de capacitación sobre métodos de prevención y denunciar los riegos a los que están sometidos o expuestos en su puesto de trabajo) obligaciones con respecto al tema (participar de las acciones de capacitación, utilizar los elementos de protección, denunciar situaciones de riesgos en el ámbito laboral, denunciar las enfermedades profesionales).
· Dimensionar un proyecto preventivo en las escuelas sobre esta temática. Para lo cual, consideramos que el trabajador es un elemento esencial del proceso, ya que aquellas personas que usan la voz para trabajar deben reflexionar sobre su uso adecuado y conocer las alteraciones en la salud que puede provocarles su uso intensivo, mal uso y/o abuso vocal, así como las medidas preventivas que pueden asumir para su cuidado y preservación. Para esto, deberá comunicar cualquier cambio o molestia relacionada con su voz, y apuntar aquellos factores del entorno que, a su entender, agravan o provocan su afección. Ejercerá un papel activo en todo el proceso y en especial en la detección de factores de riesgo y la toma de decisiones sobre las medidas preventivas a implementar. Asimismo, la vigilancia de la salud, tanto individual como colectiva, es necesaria para conocer el estado de la salud vocal de los expuestos, la existencia de factores de riesgo individuales, determinar las prioridades de acción y analizar su posible relación con las condiciones de trabajo.
Ante todo, una buena técnica vocal atenúa los riesgos y mejora la eficacia en la emisión de la voz. Sin embargo, muchos de los conocimientos necesarios para este fin no son evidentes ni intuitivos. Es por tanto necesario diseñar una formación específica que conciencie sobre el complejo funcionamiento de la voz, permita a la persona expuesta reconocer los factores de riesgo individuales y del entorno, desarrollar las capacidades y habilidades que le permitirán realizar correctamente las tareas que le sean encomendadas y evitar la aparición de lesiones en el órgano fonador.
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