*Por Pamela Rabán, Médica MN 162820, Medicina Laboral, Provincia ART.
El riesgo biológico es la exposición de un trabajador a ciertos microorganismos (virus, bacterias, hongos y parásitos) que plantean una amenaza para la salud.
El ambiente laboral en muchas ocasiones se puede considerar como fuente de riesgos biológicos. Tal es el caso de trabajadores de instituciones de salud (médicos, enfermeros, administrativos, personal de limpieza), trabajadores agropecuarios, veterinarios, trabajadores de mataderos y frigoríficos, aquellos que trabajan en laboratorios donde se procesan muestras biológicas, y trabajadores de transporte y procesamiento de residuos, entre otros.
Los virus son parásitos intracelulares compuestos de material genético. No tienen actividad fuera del huésped, pero cuando ingresa al mismo comienza a replicarse y provoca enfermedades que se propagan de una persona a otra, por ejemplo, virus de la rabia, HIV, hepatitis, COVID, etc.
Las bacterias son microorganismos de muy pequeño tamaño. Algunas pueden producir esporas resistentes a las condiciones adversas del medio en que se encuentran, que penetran en el organismo convirtiéndose de nuevo en bacterias y produciendo una enfermedad. Ejemplos de enfermedades producidas por bacterias pueden ser: tétanos, tuberculosis, cólera, sífilis, fiebre tifoidea, brucelosis, etc.
Los hongos son microorganismos de carácter vegetal que se desarrollan constituyendo filamentos. Penetran en el organismo a través de la piel o del sistema respiratorio. Producen enfermedades como la candidiasis, que afectan a la piel.
Los parásitos son microorganismos que tienen como característica la capacidad de infectar al huésped y vivir a expensas de este. Son responsables de múltiples patologías tales como hidatidosis, paludismo, leishmaniasis, Chagas.
El agente biológico llegaría al huésped desde su hábitat natural (reservorio) o fuente de infección, gracias a un mecanismo de transmisión:
- Vía respiratoria: Dada la frecuente producción de bioaerosoles contaminados durante los procesos de trabajo y la necesidad humana de respirar, la inhalación representa el mecanismo de transmisión más importante.
- Vía digestiva: Habitualmente, por ingestión de alimentos y bebidas contaminados (recordemos la recomendación general de no comer ni beber en los lugares de trabajo) o por mecanismos de transmisión mano-boca (por tocarse la boca con las manos sucias, llevarse a la boca objetos contaminados, comerse las uñas, etc.).
- Vía mucocutánea: Por contacto, directo o indirecto a través de objetos contaminados, con la piel (que normalmente presenta efracciones asintomáticas) o mucosas durante la manipulación de muestras biológicas o animales o sus restos infectados. Con frecuencia se trata de gotas de bioaerosol depositadas por acción de la gravedad sobre cualquier zona de la superficie corporal. Se incluiría también en este apartado la inoculación conjuntival ocular, que con cierta frecuencia se observa en trabajadores de laboratorio.
- Vía parenteral: En este caso, la entrada de los microorganismos se produce de manera directa en el interior del huésped como resultado de punciones, cortes, erosiones, heridas, arañazos, mordeduras, picaduras, etc, son hecho frecuentes durante el trabajo en laboratorio, con animales y en el sector sanitario.
A diferencia de lo que ocurre con los agentes físicos o químicos, los agentes biológicos no son suficiente para provocar un daño en la salud del trabajador expuesto, sino que se requieren determinadas condiciones específicas en el agente biológico, el huésped y ambiente para que se manifiesten sus efectos nocivos. Así pues, ante una misma exposición, los sujetos pueden reaccionar de manera diferente. Esto tiene que ver con la propia susceptibilidad y es por esto por lo que no se han fijado limites o criterios de referencia para valorar cuantitativamente una situación de exposición laboral.
Lo que puede valorarse es el potencial riesgo para el trabajador, en base a los siguientes factores: poder patógeno del agente, vías de transmisión que utiliza ese agente biológico, estabilidad del microorganismo, dosis infecciosa, concentración del agente biológico en el ambiente, disponibilidad de medidas de prevención o tratamientos para ese agente biológico, existencia de un seguimiento médico, susceptibilidad del huésped, grado de experiencia del personal expuesto.
Una vez identificados los microorganismos presentes y clasificados en función al riesgo que suponen para el trabajador, se pueden poner en marcha aquellas medidas que tienden a eliminar o minimizar los riesgos derivados de la exposición: eliminar el agente si es posible, garantizar la contención de procesos contaminantes (uso de cabinas, equipos de bioseguridad, ventilación, etc.), establecimiento de ventilación local o general, reducción del número de trabajadores expuestos, disminución del tiempo de exposición, suministro de equipos de protección individual, suministro de información y formación apropiada y periódica a los trabajadores sobre los riesgos biológicos presentes en su trabajo, vigilancia sanitaria, uso de vacunas, medidas de higiene general, eliminación adecuada de residuos, utilización de señales de riesgo biológico y establecimiento de medidas técnicas y organizativas que garanticen a través de protocolos la seguridad en el lugar de trabajo.
Es muy importante el rol del médico del trabajo, quien debe recorrer los sectores y puestos para relevar desvíos. La realización de una historia clínica ocupacional es una importante herramienta en la gestión y debe ser detallada en cuanto a los riesgos a los que está expuesto cada trabajador.
También es fundamental trabajar en conjunto con la ART y las áreas de prevención desarrollando acciones preventivas con el fin de bajar la siniestralidad y proteger la salud de los trabajadores.
Provincia ART ofrece cursos relacionados con esta temática, para inscribirte hace clic acá.
Bibliografia:
Tratado de Medicina del trabajo- A. Bueno Cavanillas, J. Guillen Solvas y M. Garcia Martin
Medicina del Trabajo en la Argentina- Maximiliano Varone