- Por Tomás Posse, economista – Jefe de Innovación y Riesgos en Provincia ART
En el último informe sobre la situación de género en el sistema de riesgos del trabajo, publicado por la Superintendencia de Riesgos del Trabajo (SRT) con datos del trimestre julio a septiembre 2020, quedaron algunas disparidades de manifiesto respecto a la cobertura y accidentabilidad de hombres y mujeres en Argentina.
De un total de 9,2 millones de trabajadores y trabajadoras con protección dentro del sistema de riesgos del trabajo, el 43% corresponde a mujeres y el 57% a varones. Considerando la cantidad de personas con empleo registrado, 12 millones según el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), se puede decir que 3 de cada 4 trabajadores formales no cuentan con seguro de riesgos del trabajo.
Enfatizando en la población que sí tiene cobertura, existe una desigualdad notable entre hombres y mujeres, teniendo en cuenta que en Argentina hay más mujeres que varones (100 por cada 95) -Estructura de la Población según Censo 2010, INDEC-. Si bien la brecha se redujo en los últimos años, esta divergencia se traslada también a tasas de empleo, desempleo, subocupación y empleo no registrado.
En términos salariales la situación es similar: según el informe de la SRT la diferencia salarial global entre mujeres y hombres es del 16% sin contemplar los sueldos del segmento personal de casas particulares (PCP). De hacerlo se incrementaría aún más la brecha por ser una actividad con 98% de mujeres y sueldos bajos.
¿Cómo y de qué se accidentan los argentinos en términos de género?
Dentro de las enfermedades profesionales denunciadas por hombres, en 2019 el 61% se asocia con exposición a ruidos (trastornos del oído interno, hipoacusias conductivas y neurosensoriales), mientras que las mujeres aluden en 2 de cada 3 casos alteraciones en la voz, enfermedades de las cuerdas vocales y de la laringe.
En 2020 el sistema de riesgos del trabajo brindó prestaciones a las y los trabajadores contagiados de COVID-19, esto generó un pico histórico de cobertura para las ART y auto asegurados. Dentro de los afectados el 60% fueron varones y 40% mujeres.
El 98% de las enfermedades profesionales del período fueron casos de COVID-19, esta afección multiplicó por 5 la cantidad de fallecidos en el trimestre bajo análisis versus 2019. Por cada víctima fatal del sexo femenino se registraron cinco del masculino.
Se desprende de los casos mortales volcados en el Cuadro 1 una marcada incidencia en varones tanto en accidentes de trabajo (AT) como in itinere (II). Respecto a los AT esto se debe a la exposición a agentes y materiales pesados propios de las actividades más representadas por hombres (construcción, agro, manufacturas, transporte, etc.).
Respecto a los casos II, estos se deben principalmente a casos de inseguridad e inseguridad vial. En este último tipo de incidentes, la motocicleta como medio de transporte explica 1 de cada 10 accidentes cubiertos por el sistema.
Los motociclistas son además el 40% de las víctimas fatales en siniestros viales del país.
Las cifras de accidentes y enfermedades profesionales denunciadas en comparación con la cantidad de personas trabajadoras cubiertas por el seguro de riesgos de trabajo son un punto para analizar la disparidad y los estereotipos de género. Del total de siniestros, 2 de cada 3 son denunciados por trabajadores del sexo masculino. La exposición a más riesgos, al trabajo físico pesado y la mayor participación en el mercado laboral explican las cifras. Además, tienen entre 5 y 6 veces más de probabilidad de muerte por accidentes de trabajo, in itineres o enfermedades profesionales como el COVID-19.
En términos estadísticos, los varones se concentran en actividades pesadas como construcción, minería, agro, transporte, manufacturas y seguridad. Mientras que las mujeres están más representadas en el sector servicios, sobre todo en salud, enseñanza, cuidado de personas y tareas domésticas. Esta distribución de tareas es muy estereotipada y asociada a puestos por género y es determinante en las distintas dolencias que sufren varones y mujeres. Si bien en los últimos años la brecha ha disminuido considerablemente, lejos está de ser saldada.