*Por Veronica Dominguez, coordinadora de Prevención, en Provincia ART
Cuando era chica e iba a la playa, mi mamá nos mantenía bajo la sombrilla después de comer durante lo que ella llamaba “la hora del mal sol”. Este horario se extendía desde la una hasta a las tres de la tarde y era una batalla perdida por tratar de mantenernos a mi hermano y a mí al resguardo del sol. Otras estrategias maternas eran el uso permanente de gorros y embadurnarnos en protector solar. Cuando todo fallaba y alguien caía en cama –“ardidos” o “insolados”-, con la piel roja, ampollas o dolor de cabeza; recurría a remedios caseros. Los más frecuentes eran colocarse un vaso con agua sobre la cabeza o debajo de la cama, y cubrirse con rodajas de pepino o de tomate.
Eran otras épocas y había mucha menos conciencia con relación a los impactos del sol sobre la salud. Hoy en día, afortunadamente, aprendimos que el buen clima, el calor y el sol pueden ser momentos de disfrute, pero también requieren importantes cuidados. Y también aprendimos que estos cuidados deben tener una base científica.
¿Qué es el golpe de calor?
Cuando nos exponemos por períodos prolongados a altas temperaturas o realizamos actividad física intensa en un lugar caluroso, podemos sufrir un golpe de calor. Éste se da cuando la temperatura del cuerpo aumenta rápidamente y no logramos regularla. Podemos reconocerlo por sus síntomas, que van desde fiebre, confusión, agitación, sudoración excesiva, sed intensa, piel enrojecida, respiración agitada, dolor de cabeza, calambres, hasta náuseas y vómitos. Algunas personas llegan incluso a desmayarse. En estos casos es importante recurrir a profesionales de la salud. No debemos tomar el golpe de calor a la ligera ya que puede producir daños físicos.
Mientras tanto, los primeros auxilios incluyen retirar a la persona del calor, aligerar la ropa y enfriarla con una ducha fría, un baño de agua fría, mojándola con una manguera o una esponja, entre otras estrategias. Algunas zonas clave para bajar la temperatura son el cuello, las axilas y la ingle. Si la persona se siente en condiciones, podemos ofrecerle agua fría (no helada) para rehidratarse.
¿Y en términos de prevención? Antes del golpe de calor en general hay una instancia de agotamiento que funciona como advertencia; si estamos atentos podemos salir del sol y refrescarnos evitando llegar al golpe. También es conveniente mantenernos hidratados (siempre con agua) y alimentarnos de manera ligera. Entre las 10 de la mañana y las 4 de la tarde, conviene no exponerse al sol y evitar las actividades físicas intensas bajo el sol o en el calor. La ropa que usemos debe ser fresca, liviana y holgada. Extrememos los cuidados para personas de riesgo: bebés, niños, ancianos, enfermos.
Similitudes y diferencias con la insolación
Golpe de calor e insolación sin similares, pero se diferencian en que ésta suele estar acompañada por quemaduras con eritema generalizado y, en ocasiones, con ampollas. Los cuidados y primeros auxilios también se parecen, ya que se sugiere reposo en un lugar fresco, refrescar a la persona y consultar al médico para el tratamiento de las quemaduras.
El bloqueador solar
Es conveniente que usemos bloqueador o protector solar (factor de protección 30 o superior), en todas las partes del cuerpo expuestas, entre las 10 y las 16 horas, con reaplicaciones cada 2 horas o luego de salir del agua. El bloqueador nos protege de las quemaduras, pero no así del golpe de calor.
Resumiendo: cuidarnos del sol es muy importante. No sólo para prevenir el golpe de calor o la insolación, sino también porque un exceso de sol puede producir envejecimiento de la piel, cataratas y cáncer de piel. Para cuidarnos de éstos y otros efectos adversos, debemos aplicar todas las recomendaciones enumeradas a lo largo de la nota y así disfrutar del verano en forma saludable.
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