Uno de los principales cambios que trajo consigo la pandemia fue la irrupción masiva del teletrabajo en todo el mundo. Con mucha mayor penetración en los países desarrollados y en las empresas de servicios, hoy el teletrabajo es una realidad -al menos en forma parcial- para la inmensa mayoría de actividades.

En España, por ejemplo, más del 50% de las pequeñas y medianas empresas y un 57% de las corporaciones realiza teletrabajo. En el caso de las start ups el porcentaje supera el 60% y en comunidades autónomas como Cataluña y Madrid llega incluso a superar el 70%. La mayoría de los teletrabajadores recibieron de sus empleadores alguna herramienta (equipamiento tecnológico -computadoras completas o solo algunos periféricos, teléfonos celulares-, mobiliario u otros) para facilitarles la tarea; y solo el 15% reportó que no contaba con los elementos necesarios para desarrollar su actividad laboral (Guía del Mercado Laboral 2021 – Hays).

La situación en Argentina

La Fundación Observatorio PyME publicó recientemente una investigación[1] con resultados sorprendentes:

• EL TELETRABAJO NO ES SOLO PARA GRANDES EMPRESAS: el 65% de las empresas medianas adoptó el teletrabajo en forma total o parcial en 2020 o prevé hacerlo en 2021. Casi la mitad de éstas no tenía experiencia previa con esta forma de trabajo antes de la pandemia.
• EL TELETRABAJO PYME LLEGÓ PARA QUEDARSE: de las empresas que adoptaron la modalidad a raíz del COVID19, solo un 10% planea discontinuarla.
• TENDENCIAS PREDECIBLES: la prevalencia del teletrabajo es mayor cuanto más grande la empresa (segmento mediano grande 251 a 800 trabajadores), entre las empresas de servicios y en las empresas ubicadas en el AMBA.
• COSTOS Y AHORROS: si bien pasar a la modalidad de trabajo remoto genera costos para las empresas (infraestructura tecnológica, equipamiento, gastos del personal, rediseño de procesos, reconversión del talento, modernización) también confían en su capacidad de producir ahorros (costos operativos, alquileres y consumo de energía son los rubros principales, externalidades positivas del proceso de la modernización de la gestión). Un estudio español señala que se prevé que los incrementos de productividad y competitividad más que compensen los costos económicos.

Desafíos con mirada preventiva

Hasta el momento, salud y seguridad, seguridad e higiene o SySO se enfocaba exclusivamente en la prevención de riesgos laborales en los establecimientos del empleador. La pandemia y el teletrabajo cambiaron las reglas del juego, y el domicilio de los teletrabajadores pasó a formar parte de los intereses de los prevencionistas.

Este cambio representó un gran desafío para los equipos técnicos de las grandes empresas, y más aún de las PyMEs. No se trata solo de la dificultad para relevar las ubicaciones y conocer las formas en que la persona desarrolla su trabajo, o del costo de proveerle el equipamiento adecuado, sino de incorporar cuestiones como la privacidad, la conciliación y los riesgos psicosociales.

Además, las empresas deben enfrentar el hecho de que muchas viviendas no están preparadas para ser espacios de trabajo permanentes o semipermanentes en condiciones óptimas. Falta de espacio, convivencia con múltiples miembros del hogar, iluminación deficiente, mobiliario sin características ergonómicas, conectividad limitada, mayor sedentarismo son solo algunas de las dificultades.

Lo óptimo y lo posible deben balancearse, y este delicado equilibrio es algo a lo que las PyMEs están acostumbradas: hacer mucho con poco, explotando la creatividad y el ingenio.

En términos ergonómicos, contar con un escritorio, una silla con regulación de altura y apoyo (lumbar, cervical) y una computadora de escritorio (con teclado y mouse adicionales) son el ideal para un trabajo saludable. Ahora bien, muchas personas trabajan en la mesa del comedor, con la única silla que tienen en la casa (una silla fija) y con una notebook -esto en el mejor de los casos.

¿Qué podemos hacer desde la PyME?

En primer lugar conocer a nuestros trabajadores y trabajadoras: cuál es su tarea, su situación de salud y sus condiciones de trabajo. En función de esto, preparar un mapa de riesgo y priorizar las actividades preventivas:

• No es lo mismo tener que comprar una silla ergonómica para toda la dotación (sean estos 25 o 50) que enfocarnos en las personas con pre-existencias (patologías cervicales / lumbares, sobrepeso y obesidad, patologías de miembros superiores) y que no cuentan con el equipamiento óptimo. La inversión en adquisición de mobiliario, al menos para una primera etapa, puede reducirse drásticamente.
• En algunos casos, en lugar de proveer una silla nueva, puede entregarse al teletrabajador un adaptador lumbar y un reposapiés para la silla de su casa.
• Con toda la dotación se pueden plantear acciones con menor costo: modificaciones en los turnos y horarios de trabajo, programas de pausas activas (incluso forzadas mediante software específico), capacitación permanente en higiene postural y ejercicios, seguimiento médico y promoción de los pilares de la vida saludable (nutrición, ejercicio físico, descanso, vínculos saludables).
• Un segundo paso es proveer los periféricos que permiten convertir las notebooks en computadoras de escritorio, como teclados y mouse (de preferencia inalámbricos), o hasta un monitor adicional para garantizar una línea de visión correcta y no forzar el cuello.
• Las personas que trabajan desde casa tienen opciones limitadas en materia de ubicación del puesto de trabajo y aspectos físicos (iluminación, temperatura, ventilación), pero siempre se puede capacitar y sugerir. Por ejemplo, si el teletrabajador no cuenta con una ventana cerca para recibir luz natural y aire fresco, puede cortar su jornada una vez por hora, levantarse hasta la ventana más próxima y cambiar la posición y el aire.

[1] “Más allá de la pandemia, el trabajo remoto como nuevo paradigma”. https://www.observatoriopyme.org.ar/project/trabajo-remoto-nuevo-paradigma/