*Por Melisa Di Marco, Lic. en Publicidad – Marketing & Publicidad en Provincia ART.
¿Qué son los trabajos feminizados? ¿Cómo evitar el sexismo en la segmentación de tareas? ¿Cómo intentar reparar la histórica precarización de estos empleos?
La actualidad de las empresas saludables pasa en gran medida por mejorar la experiencia de las personas que ocupan sus puestos de trabajo, lo que implica incorporar la perspectiva de género en sus políticas para combatir la escaza remuneración, la falta de reconocimiento y los altos porcentajes de informalidad y precarización que implican los trabajos feminizados.
Estos son empleos ocupados habitual y casi totalmente por mujeres cisgénero para realizar tareas que replican la esfera privada que presupone el hogar en la esfera pública. Por ejemplo, labores asociadas al cuidado del hogar o de otras personas, la enfermería, o la enseñanza. Esta dinámica que reduce las cualidades humanas de las mujeres además minimiza sus oportunidades de crecimiento laboral, cuestión fundamental para la construcción de una sociedad con mayor equidad de género.
Situándonos en la temporada de verano, es común que las empresas incorporen mujeres en el rol de promotoras para asistir la organización de sus activaciones en eventos. En este sentido resulta importante tener ciertas consideraciones sobre la contratación de personal de trabajo eventual para erradicar el sexismo y la discriminación.
En principio, en este y otros casos donde las organizaciones saludables decidan revisar sus políticas para garantizar más y mejores condiciones de trabajo, es importante contemplar cómo las múltiples discriminaciones que pueden padecer las personas influyen sobre su acceso a derechos y oportunidades laborales.
De igual modo, para respetar y validar las diversas identidades posibles, cabe prestar especial atención a cómo lograr la equidad de género. Para iniciar se debe eliminar tanto el pensamiento biologicista, que asume que hay tareas que pueden ser realizadas con mayor eficacia dependiendo de las características asociadas al sexo asignado al nacer, así como el capacitismo, por ejemplo, que se ejerce contra las personas consideradas discapacitadas. En ambos casos menospreciándolas y negándoles oportunidades de trabajo.
En esta línea, debemos erradicar el cis-sexismo al momento de realizar búsquedas laborales y asignación de tareas. Hablar de puestos o tareas “femeninas” o “masculinas” evidencia el un esquema que deja por fuera del sistema de trabajo a la comunidad no binaria.
Finalmente, con relación a las condiciones de trabajo, es importante respetar la expresión de género de cada persona. Por eso, en caso de confeccionar uniformes o elaborar un código de vestimenta, no solo no deberían segmentarse por género, sino que tampoco es recomendables elegir prendas que cosifiquen y expongan el cuerpo de las mujeres.